Si existe un medio que puede alardear que se mantuvo firme y constante durante el 2020 es la televisión. Fuera por mantenerse atento a las noticias o por el simple entretenimiento para olvidar el mundo, es definitivo que el consumo frente a la pantalla rectangular aumentó más que nunca. En el mundo de las series (la TV narrativa y con un guion), la producción previa es de mucho tiempo y esfuerzo, por lo que casi todos los estrenos planeados para la “pantalla chica” lograron su fecha esperada. En algunos casos, el retraso era inevitable, por la implementación de nuevas medidas, nuevos gastos, nuevas dinámicas. Pero la llegada de muchas producciones ya listas —antes de que el mundo entrara en cuarentena— permitió que el flujo televisivo no se detuviera. Además, a falta de muchas películas en cines, la atención a las diferentes propuestas de series de televisión fue mayor y permitió que fueran descubiertas historias nuevas, diferentes y muy variadas. 

De manera curiosa, el repaso de fin de año me hace reflexionar dos cosas. La primera, que ya cada vez existen menos series “que regresan” y que mantengan su calidad; el pensar que un segunda o tercera temporada tome un lugar como lo mejor es cada vez más escaso, gracias a que los “eventos” o series limitadas están a la orden del día y son preferidas por los equipos de escritura y de actuación (muchos casos, la audiencia también lo prefiere). Lo segundo, y como parte de una ola interesante en maneras de contar historias, es que las que aquí se eligen como las “mejores” del año no presentan una narrativa convencional en términos de los tropos conocidos para crear un conflicto. Más bien, la subversión de los aspectos serializados comunes o más conocidos es aquello que las eleva y sostiene como exploraciones posibles y fascinantes de cómo funciona una historia episódica. Sea por elementos dramáticos, la falta de ellos o el uso de la comedia para sobrellevar historias profundamente dolorosas. 

Esta vez, estaba segurísimo del top 4 como las mejores producciones que vi este año, punto; no importa el medio, solo que son audiovisuales. Las demás, son un orden un poco arbitrario entre calidad objetiva y preferencia personal que define el cuidadoso arte de hacer listas. Sin más, y claramente dejando de lado un montón de producciones que faltaría ver de este año (pienso en Better Call Saul, What We Do in the Shadows, Industry, Betty, PEN15, The Outsider, Ramy, The Third Day, Mrs. America, Big Mouth, por mencionar algunas), aquí está una muy improvisada lista de las mejores series del año.

10. Unorthodox (Netflix)

Fascinante observación de una chica que escapa de sus ataduras ortodoxas y cómo reacciona ante el mundo y las personas que llega a conocer. Contada de manera acertada entre el presente y el pasado, Unorthodox tiene una excelente actuación principal que la sostiene de principio a fin. Es a través de los ojos de Esty que el mundo va cobrando nuevos sentidos y oportunidades que no se imaginaba que podría tener. La reflexión se entremezcla con lo formal y el estilo permite que el viaje de la protagonista se sostenga ante lo que le depare el futuro que ella se decide forjar. Aunque los personajes secundarios queden un poco olvidados, esta se lleva la mención especial por sus excelentes mecanismos narrativos, dirección acertada y relevancia en sí misma.

Unorthodox, Netflix.

9. I May Destroy You (HBO)

Sin muchos alardes técnicos ni formales, la historia de Arabella, basado en una experiencia propia de la creadora, Michaela Coel, nos lleva por el viaje emocional y casi de evolución física luego de sufrir una violación. I May Destroy You es la serie más sensible sobre el trauma, la recuperación, las dinámicas entre las personas involucradas y, sobre todo, hacia la reflexión interior de la protagonista. Solo por el tratamiento en pantalla, y los indicios curiosos de comedia que logra transmitir, es que vale la pena rescatar esta pequeña, gran serie.

I May Destroy You, HBO.

8. Dash & Lily (Netflix)

Como elección un poco sentimental, pero en completo reconocimiento de sus cualidades narrativas, Dash & Lily es la sorpresa más agradable del año. Entre sus encantos de la trama y la curiosa conexión entre sus protagonistas (llevada casi solo a través de mensajes escritos), me atrevería a catalogarla casi como un cuento de hadas moderno. Su aire juguetón y sencillo permite que el desarrollo de ambos personajes principales (junto con agradables secundarios) se sienta más orgánico de lo que se esperaría. Al mismo tiempo, lleva su premisa (a partir de un excelente McGuffin) con claridad y decisión hacia el inevitable final feliz de la serie. Por suerte, el carisma y química entre personajes queda bien establecido desde un principio y deja que uno, como espectador, solo se sumerja en ese mundo de ciudad no tan idealizado.

Dash & Lily, Netflix.

7. Better Things (FX)

Las únicas dos series que no son limitadas, sino que regresan para un cuarto año, son Better Things y The Crown. Y nunca me cansaré de recomendar la gentil y muy extraña calidad de esta serie. Mientras más la desarrolla su fuerza creativa  y protagonista, Pamela Adlon, más se siente su sensibilidad artística y la manera en que ve el pequeño mundo que ha creado. Puntos extra por ser una cuarta temporada y mantenerse dentro de su estilo, pero con la evolución necesaria para sostener tanto tiempo las historias que pretende contar, algo raro estos días. Con todo, Better Things sobresale por ese cariño maternal que representa, pero con el añadido de rareza que la caracteriza a ella y a sus hijas, como la mejor manera de pasar un rato con una serie poco conocida, pero que sigue siendo excelente.

Better Things, cuarta temporada, FX. 

6. The Crown (Netflix)

Cuando un cuarto regreso tiene la posibilidad de reinventarse pero mantener el garbo del resto de la serie, sabemos que estamos ante una gran producción. El enfoque cambia conforme los años pasan, pero la esencia de The Crown es constante y mantiene la chispa que tanto impresionó durante su primera temporada. Junto a la serie, por más que cambien los actores y actrices, se siente una madurez que lleva la historia. Y aunque este año sean acontecimientos conocidos y reconocidos por más personas, la construcción narrativa de cada episodio permite una exploración de los personajes a través de conceptos relacionados con La Corona. El conflicto sucede de adentro hacia afuera, pero también de afuera hacia adentro. Las consecuencias de la decisión, de la indecisión, del deber, de la política extrema; todo eso, y más, en una temporada digna y de excelente carácter narrativo de una serie que, de seguro, lo mejor de ella está por venir.

The Crown, cuarta temporada, Netflix.

5. The Plot Against America (HBO)

Dos series lo hicieron este año, y solo una lo hizo “bien”. Los juegos históricos se presentan como el mecanismo que pone en marcha la historia de una familia judía que debe enfrentarse a un desconocido clima político. La mirada no es restringida, sino reveladora ante una perspectiva específica y cómo eso puede afectar de diferentes maneras a los alrededores, las dinámicas familiares y los riesgos posibles del resto del mundo. No es fácil de ver, porque no funciona como puro entretenimiento, pero merece la atención que no recibió durante su transmisión. Aquí queda como lo mejor en diseño de personajes y construcción narrativa de televisión episódica limitada.

The Plot Against America, HBO.

4. We Are Who We Are (HBO)

Pocas veces se verá una propuesta igual a esta. El estilo de Luca Guadagnino encabeza la curiosa prosa que lleva We Are Who We Are. Entre tintes políticos y de rebelión humana, esta es serie que dice muchísimo cuando parece que no está sucediendo nada. La historia se encuentra ligada al movimiento de los cuerpos y a los deseos que los llevan a tomar ciertas decisiones o a dar ciertas reacciones. A partir de un insuperable primer episodio, la demostración de la neutralidad acompaña el desarrollo de los personajes, quienes buscan definirse ante un mundo de constante exploración y diversión desenfrenada. ¿Será un mundo sin juzgamientos? No lo sabemos, porque entre ellos se exploran corporal y emocionalmente primero; antes de existir en el mundo externo, se encuentran en el propio. Ante eso, la madurez está al acecho, y los personajes que suponen tenerla, tampoco se escapan de sus demonios internos. Así, aunque el final no sea del todo convincente, el viaje emocional y corporal de esta serie es tremendamente inolvidable, lo cual queda casi como una curiosa cicatriz en la experiencia de ver televisión durante este año.

Jack Dylan Grazer. We Are Who We Are, HBO.

3. The Queen’s Gambit (Netflix)

Qué alegría que la serie más grande del año sea también una de las mejores. The Queen’s Gambit es el ejemplo perfecto de que algo que entretenga tanto pueda hacerlo con profundidad y un orden correcto de sus partes. Desde el perfecto diseño de sus personajes hasta la sucesión inesperada de los acontecimientos que se desarrollan desde el guion. Los personajes reaccionan con naturalidad y las dinámicas están al servicio de la protagonista, una heroína poco usual, pero que queremos ver triunfar siempre, a pesar de sus fallos e imperfecciones como ser humano. A eso, el agregado del valor de producción es solo la cereza del pastel; los escenarios, vestuarios y fantástica música cohesionan con una dirección clara y específica de lo que aquí quiere contarse. Así es como la emocionalidad del final queda más que merecida y no podía ser más fácil de ver y de repetir en cualquier momento.

Anya Taylor-Joy. The Queen’s Gambit, Netflix.

2. The Great (Hulu)

Pocas series me han entretenido tanto como The Great este año. Desde los mejores años de Veep, no me reía con una comedia negra y las ocurrencias escatológicas que puede mostrar sin tapujos. Desde su inicio, la sátira anacrónica y grotesca establece el universo interno de la serie, que cuenta la historia del golpe de estado que Catalina la Rusa le hace al emperador de Rusia en 1762, y le brinda un aire diferente a las historias de época que acostumbramos ver. A pesar de que no será para todos, el humor me mantuvo entretenido con todos sus episodios; sin embargo, la calidad narrativa está ahí y hace el balance perfecto entre las dinámicas de sus personajes, la historia principal y las pequeñas aventuras que suceden en cada uno de los episodios. Aún más, todos los personajes secundarios tienen su tiempo adecuado para brillar y desarrollarse a lo largo de la temporada. Esta es una de las pocas de esta lista que regresará para una nueva temporada y no puedo esperar a ver qué nuevas locuras le esperan a Catherine, el rey y el resto del elenco. Huzzah!

The Great, Hulu.

1. Normal People (Hulu)

El paso de la juventud a la adultez no es nada fácil. De hecho, muchas veces no sucede apenas se termina el colegio o al entrar a la universidad. De ahí, las relaciones humanas que vayamos teniendo a lo largo de los años nos definirán como personas, querámoslo o no. Normal People entiende eso y decide darnos un vistazo a las diferentes etapas en la vida de sus dos protagonistas y los momentos en que están juntos. La conexión y química que tienen es innegable, pero las imperfecciones de ambas personalidades los llevan a distanciarse y a reencontrarse a lo largo de los años. Por eso, porque su narración (en episodios cortos) es precisa y concisa, y porque representa la sensibilidad adecuada de sus conceptos a través de las hermosas imágenes, es que esta serie se lleva mi reconocimiento como lo mejor del año. Varias veces, dura de ver; a ratos, esperanzadora; pero siempre honesta y valiente con sus sentimientos, por más frustrante que pueda parecer.

Paul Mescal y Daisy Edgar-Jones. Normal People. (Hulu)

Mención especial: TOP CHEF

Como confesión extra: durante varias semanas, lo único que quería ver era Top Chef. Gracias a que Netflix puso disponibles cuatro temporadas para ver, mi interés no podía desviarse de la admiración por esta tremenda competencia de cocina que existe desde el 2006. El entusiasmo viene de lo perfecta que es su segunda temporada (y el enorme disfrute de las demás) y cómo el montaje consigue dar una de las temporadas de reality TV más geniales que he visto en mi vida. Cuando el drama humano se entremezcla con la grandiosa creatividad de los desafíos y concursos de cocina hacen de esta competencia una delicia de ver y de emocionarse. Con tantos formatos de Reality TV allá afuera, pocos se disfrutarán tanto como este. Mi esperanza es que pronto estén disponibles más temporadas en la plataforma, porque no es programa fácil de encontrar en la red y la calidad de entretenimiento que provee llega a superar mucha otra oferta televisiva este año. Les queda la recomendación.

Top Chef, segunda temporada. Bravo.

¿Cuál fue la mejor serie que ustedes vieron este año?