Por Jorge Arturo Mora
Esta es la segunda de tres entregas sobre las adaptaciones de Bob Esponjaal cine, como retrospectiva previa al lanzamiento de Bob Esponja: Al Rescate(2020).
Dos años antes de Bob Esponja: Aventura en la Atlántida, la televisión había probado que pensar en cine en pantalla chica no era mala idea.
Si bien es cierto que Bob Esponja: La Película fue rentable en salas de cine, las campañas de expectativa y producción diferían sustancialmente de lo que se podía planear para televisión.
No fue Nickelodeon sino Disney quien se lanzó al agua con la fascinante Kim Possible: Todo un drama, largometraje del 2005 que parecía poner fin a la exitosa serie de aventuras que llevaba tres años al ruedo (al igual que Bob Esponja al momento de su lanzar su película). Fue la primera película para televisión que hizo el emporio Disney.
Al notar el éxito, la acera del frente peloteó la idea de probar suerte con una producción más ambiciosa para los fanáticos de la querida esponja; algo más allá del medianamente bien recibido especial Tontos y Dragones de la temporada 4, un episodio que duraba casi media hora.
No está de más recordar que posterior al lanzamiento de Bob Esponja: La Película, el creador Stephen Hillenburg se había hecho a un lado y reconoció que, sin importar cuántas temporadas más se crearan, la cronología de su universo acababa en el largometraje. Hillenburg podría permanecer en roles de producción, pero quien tomaría la supervisión creativa de la serie sería el antiguo colaborador Paul Tibbit, quien había coescrito y dirigido algunos episodios y además era hombre de confianza de Hillenburg.
Basta dar una mirada rápida por el fandom de Bob Esponjapara saber que Tibbit no es demasiado querido. A partir de la temporada 4, la serie perdió peso con extrañas decisiones estéticas y cambios en la caracterización de personajes. El más claro fue Patricio, quien pasó de ser una estrella ingenua y de buenas intenciones a un completo estúpido sin sentimientos, y disparador de chistes fáciles. Podía ser un personaje tonto al comienzo, pero siempre era adorable y carismático, características extrañamente olvidadas por los escritores.
Aún así, en la temporada 4 y 5 sobreviven algunos episodios hilarantes con el resto de habitantes de Fondo de Bikini. No para menos está el capítulo de Calamardo guapo (Las dos caras de Calamardo), donde Tibbit se soltó la melena positivamente y creó un meme para la posteridad.
Con este antecedente, el trabajo de producción paraAventura en la Atlántidase tomó con precaución, pues el canal se encargó de su promoción (una campaña mucho menos cara que la que hubiese tomado su lanzamiento en salas) y atrajo a 8.800.000 espectadores para su estreno.
Eso sí: precaución no significaba inhibición, y las licencias creativas se aprovecharían hasta sus límites.
Había pasado tiempo para volver a ver a Parche el Pirata en la serie. El eterno personaje de carne y hueso, que si bien no era demasiado gracioso en la era Hillenburg pero sí carismático, había sido extrañado en Bob Esponja: La Película, donde se tomó la decisión de usar un grupo de piratas que nunca habíamos visto antes.
Como si se hubiesen arrepentido de tal decisión, el grupo de cuatro guionistas decidió incluirlo como excusa para contar el relato principal de Aventura en la Atlántida, pues Parche ha perdido la ciudad en la que vive de la misma forma que se extravió la Atlántida en la cultura popular.
El resultado fue una de las cápsulas más extrañas de definir para una serie infantil. Parche tiene raras alucinaciones del propio Bob Esponja e incluso unos extraterrestres acaban resolviendo la trama de este universo paralelo de la serie. Si bien puede resultar alienígena (en todo el sentido) este tratamiento que se le dio a Parche, la película parece declarar una tremenda libertad creativa con esta cápsula.
Con el mundo acuático por el que cayeron los miles de espectadores fue distinto. Los personajes del fondo del mar están en buena forma, como hacía mucho no lo estaban en sus temporadas 4 y 5 (con las que coincide el lanzamiento de esta película). Además, para este largometraje sí decidieron incluir al grupo de cinco protagonistas de la serie, a diferencia de la película previa en la que solo Patricio y Bob Esponja llevan los hilos y muchos extrañaron al resto de compinches para una aventura de mayor duración.
Justo estos dos protagonistas dan el inicio del filme y advierten que las burbujas serán el elemento esencial de la historia. En esos primeros minutos, la diversión aparece y realmente ofrecen momentos muy graciosos. El propio Patricio fue refrescado y saca unas buenas risas con la primera canción cantada con Bob.
Aunque parecía difícil prever que la película fuese un musical, no resulta difícil caer en su juego. Los temas son pegajosos y ayudan a maquillar las transiciones y agujeros de guión inexplicables de la historia (¿cómo Plankton pudo colarse al bus?).
El guión está apretado para llevar a los personajes a la Atlántida, pero no parece importarle demasiado al cuarteto de escritores. Una vez dentro de la ciudad perdida, el recorrido parece burlarse del mito de Willy Wonka y lleva al quinteto protagonista, habitación por habitación, a un cancionero inolvidable, donde sin dudas el acto musical de Calamardo es de los mejores temas que ha tenido la serie en su historia, ofreciendo un divertidísimo paseo por la historia del arte.
Además, el tratamiento visual fue completamente novedoso. Ejemplo son las impotentes paredes de la Atlántida, el delicioso videoclip en 8bit donde Arenita combate al virus del resfríado, la animación clásica tipo años 20 en la que Don Cangrejo se sumerge en dinero y el monólogo que Plankton dicta inmerso en una estética agitprop.
Lo único que resulta difícil de entender es cómo el invitado estrella, David Bowie, no participa de ningún tema musical. Su personaje, que en español es actuado por un rinítico en crisis, es intrigante y holgado en cada aparición. Es una lástima que no fuese aprovechado o incluso autorreferenciado dentro de la historia.
Por más calzador que se pueda utilizar para llevar a los personajes a la Atlántida, esta película funciona como comedia y como musical. Es fácil soltar la risa (memorable el escape en el que ningún personaje levanta sus piernas y son impulsados por Arenita) y hoy, tantos años después, se mira como una bocanada de aire fresco entre tanto episodio olvidable que salió en esos años. Es un producto que, si bien está lejos de la perfección, tiene la gracia y el ingenio visual necesario que tanto se necesitaba.